Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: «Ten piedad de
nosotros, Hijo de David.»
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron, y él les preguntó:
«¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?»
Ellos le respondieron: «Sí, Señor.»
Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído.»
Y se les abrieron sus ojos.
Mateo 9, 27-31
¿Tengo constancia y confianza en mi oración?