Las Damas de Blanco han vuelto a caminar por la quinta avenida con gladiolos en la mano. Ya no piden carné de identidad a los fieles ni se impide a los que no son del barrio el entrar a la iglesia.
Hubo un diálogo. Hubo un acuerdo. Lejos estamos de que los reclamos de estas mujeres y las de muchos cubanos sean debidamente tratados por esta vía de probadísima eficacia, y opción irrenunciable de la Iglesia. Pero se ha dado un paso importantísimo.
Las oraciones han sido escuchadas, y las voluntades implicadas han llegado a un acuerdo mínimo. Ambas cosas, oración y buena voluntad, son necesarias para Cuba. Sigamos ese camino. ¡Demos gracias a Dios!
