¡Pueblo, conócete a ti mismo!
Las soluciones que necesitamos en Cuba en mi opinión, no son únicamente de índole económica, aunque resultan muy importantes y tienen gran incidencia en la vida espiritual, ética, política así como socio económica del país. En este orden de pensamiento considero que, cuando las leyes económicas y sociales que deben regir en la sociedad se asumen de manera esquemática y voluntariosa, de seguro podrían cometerse serios y sensibles errores. Eso ha estado sucediendo recurrentemente en nuestro proceso socio político y económico, con experimentos sin resultados, campañas fallidas y una determinada falta de persistencia en los enfoques que ha sido imprescindible adoptar. En consecuencia, pienso que deberíamos plantearnos métodos de participación efectiva y democrática como premisa fundamental para encontrar e identificar las soluciones que necesitamos.
La espera a que el debate de los asuntos esenciales que afectan a la sociedad cubana actual sean desarrollados e impulsados inicialmente por parte de las vanguardias socio políticas institucionales, como plantean algunos, no debería convertirse en una interminable inacción e inmovilismo o en un dejar hacer, mientras que los problemas se agravan por días y la población se mantiene en un complicado y dramático estado de expectativas y angustias existenciales por causa de un presente y un futuro incierto, cuajado de anuncios adversos sobre medidas restrictivas que se van haciendo realidad poco a poco en momentos tan complejos para la vida del país.
El debate ha surgido ya con carácter esencialmente contestatario y cuenta con una significativa participación popular e intelectual en la calle y en los medios alternativos a su alcance. Cuando en agosto del 2008 se publicó la Plataforma Programática por un Socialismo Participativo y Democrático se dirigió en primera instancia la Dirección política del país y aún hoy no habido respuesta alguna. Esta situación de espera por un debate oficial ha llegado a un momento de inflexión muy serio, al que hay que salirle al paso sin dilaciones y con soluciones efectivas de participación y diálogo de todos con todos porque todavía se está a tiempo para lograrlo.
Con lo que planteo no pretendo menospreciar, ni mucho menos, la importancia que puedan tener y que efectivamente tienen las medidas económicas para solventar nuestras crisis actuales. En este sentido, pienso que la economía requiere de estímulos que no veo claramente planteados, en vez de las restricciones que aparecen por todas partes. En consecuencia, me propongo, desde mi rincón de Centro Habana, llamar la atención hacia la estrechez de miras con que algunas veces se ha actuado y se actúa en lo referido a los grandes problemas que afronta nuestra sociedad, porque no se reconocen en su verdadera magnitud y origen, manifestándose determinadas insistencias en tratar de demostrar una pretendida superioridad sobre los demás países del mundo que podría ser siempre muy discutida, lo que además poco ayuda a que realmente se identifiquen las causas de los problemas a resolver.
Da la impresión como si se quisiera preservar a un único pensamiento válido, en menoscabo de lo colectivo, así como del ejercicio pleno del derecho a la participación de todos los cubanos sin exclusiones onerosas, en los análisis y búsquedas de solución a las dificultades y problemas que afrontamos.
Para el enfrentamiento de las circunstancias críticas que hoy vivimos, en las que efectivamente mucho tiene que ver la agresividad del bloqueo injustificable y genocida que durante tantos años hemos tenido impuesto por los Estados Unidos apuntando directamente sobre la población indefensa y que debe ser levantado sin exigencias previas de ningún tipo, es necesario que nos dispongamos a afrontar la adversidad sin tomarlo como una única causa de nuestras dificultades y que actuemos teniendo muy en cuenta nuestros propios errores e insuficiencias, fundamentándonos en la opinión y las posibilidades de participación de los que de una manera u otra somos los afectados, ya sea que estemos dentro o fuera del país, porque los cubanos constituimos en definitiva un único pueblo con un destino común que se enfrenta al dilema trascendente y dramático de continuar siendo independientes y soberanos o ser anexados real y virtualmente.
Creo que es muy importante que enfoquemos nuestras miradas hacia el interior del país en donde aparecen ruinas y angustias disímiles, que juntos podríamos enfrentar planteándonos una concepción asumida de todos con todos. En cambio la actuación con un paternalismo centralista y unilateral en estas situaciones, podría empeorarlas. En consecuencia debería ponerse en práctica el método de los consensos como base de un sistema político participativo y democrático de equidad distributiva y justicia social, con los pies puestos sobre la tierra, con realismo político y con el uso de mecanismos capaces de auscultar integralmente a la población al objeto de conocer y solventar sus anhelos, intereses, preocupaciones, angustias y problemas en general.
En momentos tan difíciles y complejos como los de hoy, se hace urgente e imprescindible acudir directamente al pueblo del cual debe emanar la soberanía de la nación. La ciudadanía no debería reducirse a simple espectadora que acata y acepta. No es objeto sino sujeto básico, que debe ser tomado en consideración sin menosprecios ni exclusiones, con todo el derecho a la información, al pensamiento, así como a la expresión de sus criterios. Para hacerlo realidad, además será necesario propiciar una reorganización y fortalecimiento efectivo de los mecanismos e instituciones que conforman a la sociedad civil.
Aquel sabio planteamiento que aparecía en los templos de la antigua Tebas que expresaba “Hombre conócete a ti mismo”, es tan válido hoy como lo fue entonces y pienso que perfectamente podríamos extenderlo a “Pueblo conócete a ti mismo” dentro de un gran diálogo inclusivo que busque la República que soñó Martí con todos y para el bien de todos.
Publicado en Por Esto!, el lunes 25 de octubre del 2010
