Toda persona tiene derecho al buen nombre, a que se respete su integridad física y moral, a que no se rebelen sus intimidades, negativas o positivas, a menos que éstas pongan en peligro la integridad de otros.
En Cuba se ejerce el desprestigio público como medio de presión política contra personas que disienten pacíficamente del gobierno. Estas personas no pueden replicar, no tienen acceso a la legítima defensa en igualdad de condiciones de acceso a los medios masivos de comunicación.
No se puede construir un país sano con estas prácticas, no se debe acallar por la fuerza el disentimiento, porque en éste siempre hay elementos positivos, tal vez, los que nos pueden sacar del atolladero que vivimos.
No se puede adorar a Dios o hablar de libertad religiosa cuando el más grande tesoro de Dios está siendo aplastado. ¿Qué haces tú para aliviar a esos tirados al borde del camino? ¿qué haces para que cese la exclusión?
¡He aquí una gran tarea de purificación espiritual para esta Cuaresma!
