En la noche de la ve, la Virgen suele ser una lámpara muy eficaz. Ella siempre está disponible, para que podamos seguir el camino, con su pequeña luz, hasta que a la vuelta de la primera esquina, o quizá de la segunda, encontremos nuevamente la Luz.
María es como ese amigo al que echas mano para contarle tus penas, y obtener el consejo, que te ayuda a reorientarte, que te da pistas para tomar tu decisión. Ella siempre da el mismo consejo, siempre señala la misma dirección, siempre ofrece la mima pista: a Cristo, su Hijo, la única Luz, el único Camino, el verdadero Amanecer.
