Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Marcos 4, 39
¿Yo también he regañado al Señor pensando que no me oye?
