¿Estoy dispuesto a ofrecer lo que más aprecio?
En el Evangelio de Lucas (19, 36) se dice que la gente
extendía el manto y lo ponía a los pies de Jesús, que entraba en Jerusalén en
un burrito. El manto era una prenda preciosa, servía para protegerse contra el
frío y el calor, y para la mayoría de la gente sencilla, también para dormir.
Extender el manto era un acto de veneración suprema para aquel pueblo, porque significaba poner al servicio del Rey, algo de lo más preciado que se tenía. También significa despojarse de toda protección o seguridad ante Quien es TODA protección y seguridad: El Rey.
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